Conoces algunos escritores paraguayos y sus obras

Paraguay fue el país invitado a La Feria Internacional de Libro 2017, por eso es propicio darte a conocer algunos de sus más connotados escritores.

Augusto Roa Bastos

roa_bastos_2Nació en Asunción, Paraguay, 13 de junio de 1917. Narrador y poeta, es considerado el escritor paraguayo más importante del siglo XX y uno de los grandes novelistas de la literatura hispanoamericana.

Su infancia transcurre en Iturbe -pequeño pueblo culturalmente guaraní-, escenario y objeto referencial casi constante de su mundo novelístico. Participa en la guerra del Chaco entre su país y Bolivia, experiencia que aprovecha para su novela Hijo de hombre (1960), obra que abarca cien años de historia paraguaya. Es de destacar el rigor técnico con que el autor traza su relato, así como la fuerza de la prosa mestiza con que transcribe el habla regional.

Opuesto al régimen dictatorial de su país, vive casi siempre en el extranjero (especialmente en Buenos Aires) y ejerce como periodista, conferenciante y profesor.

Entre sus libros figuran varias colecciones de cuentos:

Su obra más relevante es la novela Yo, el supremo (1974), inspirada en la vida del que fuera dictador de Paraguay entre 1814 y 1840. En ella profundiza en las raíces del español paraguayo, potenciando la creación de neologismos, deformaciones y continuos juegos tanto léxicos como sintácticos.

Además de escribir varios guiones cinematográficos, otras de sus obras son El pollito de fuego (1974), Lucha hasta el alba (1979), La vigilia del almirante (1992), El fiscal (1993), Contravida (1995) y Madame Sui (1995). En 1989 obtiene el Premio Cervantes y, al año siguiente, la Orden Nacional del Mérito de Paraguay.

Carmen Soler

Carmen-Soler-2-aNació Asunción, 4 de agosto de 1924,  fue una profesora, poeta, y militante del Partido Comunista Paraguayo. Fue varias veces presa y exiliada, por luchar contra la dictadura de Alfredo Stroessner.

Nació en Asunción, capital del Paraguay, donde cursó sus estudios primarios y secundarios. Finalizados sus estudios y ya casada con Marco Aurelio Aponte, se trasladan al Chaco donde ella se desempeña como maestra rural bilingüe. Ahí es donde conoce por primera vez los problemas sociales que ahí sucedían, como los campesinos sin tierra, y la extrema pobreza en la cual vivían los indígenas.

Poesía y militancia política

Durante el año 1947, se incorpora al Febrerismo, movimiento de tinte socialista, donde ya militaba su hermano Miguel Ángel Soler. Participa activamente en las luchas contra el dictador Morínigo, ya que deseaba combatir las desigualdades sociales que existían en el país. Después de la Guerra Civil de 1947, debió exiliarse en Buenos Aires, donde continuó en contacto con el Bloque Liberación del Febrerismo, el que defendía las posturas marxistas dentro del movimiento. Es justamente en el exilio donde empieza a componer poemas, donde cuenta las experiencias que vivió. En sus poemas están sus definiciones estéticas, su compromiso, la nostalgia por su patria. Los fechados en 1955, 1960 y 1968 contienen su testimonio desde la cárcel.

Vuelta al Paraguay y Exilio

En 1954, Carmen Soler vuelve al Paraguay, donde lucha contra los gobiernos colorados, y por la democracia. Es por eso detenida, por primera vez, en 1955, ya en la dictadura de Stroessner, que duraría hasta 1989. Ese mismo año, junto a otros militantes del Bloque Liberación del PRF, decide ingresar en las filas del Partido Comunista Paraguayo, partido en el cual militaría hasta su muerte. En la Argentina, y ya divorciada de Aponte, contrae matrimonio con un camarada de luchas, Carlos Luis Casabianca, también del PCP. Desde entonces se suceden: el destierro, su reiterado regreso clandestino, la cárcel, la tortura y un prolongado exilio. En 1968, se ve obligada a ir, nuevamente al exilio. En distintos períodos, viven en Uruguay, Argentina, Chile y Suecia, sin que ella abandonara su actividad política y literaria. Vuelve finalmente a Buenos Aires, Argentina, donde fallece el 19 de noviembre de 1985. No alcanzó a ver el fin de la dictadura de Stroessner. No tuvo la dicha de “volver”.

Artes Plásticas

Carmen Soler encontró además, en la plástica, una nueva manera de expresarse. Comenzó pintando pequeñas figuras de madera, platos y piezas de alfarería, representando algunos personajes típicos de la leyenda guaraní.

Obras

Las obras editadas de Carmen Soler son:

  • “Poemas”
  • Aquí, poesía. Montevideo, Uruguay. 1970
  • “En la tempestad”
  • Cartago. Buenos Aires, Argentina. 1986
  • “La alondra herida”
  • Arandurá. Asunción, Paraguay, 1995
  • “Poesías reunidas”
  • Servilibro. Asunción, Paraguay, 2011
  • “Antología Poética” Ed. Revista La Marea, Buenos Aires, Argentina, 2016

Murió en Buenos Aires el 19 de noviembre de 1985.

Ricardo Brugada

ricardo-brugadaArrúa, Asunción, septiembre de 1880,  fue un periodista, diplomático y escritor paraguayo.

Era hijo del español Ricardo Brugada y de la paraguaya Juana Arrúa; nació en Asunción en septiembre de 1880 en plena postguerra, cuyas miserias calaron profundamente en su espíritu, poniéndose al servicio de los desheredados y reivindicando la justicia social exigida por Rafael Barret, a quien rodeó juntamente con Pane, Rufino Villalba y Cipriano Ibáñez.

Bachiller por el Colegio Nacional, ingresó en la Facultad de Derecho y en esa época fundó La Juventud y dirigió el semanario ilustrado Estudiante, órgano de la juventud asuncena batalladora; estuvo algún tiempo alejado del país cuando el presidente Juan Antonio Escurra le encomendó una misión diplomática que lo llevó a Río de Janeiro, Santiago de Chile y Montevideo. De esa época son Paraguay-Brasil (Río de Janeiro, 1903) y El Paraguay y Chile.

Después se consagró al periodismo escribiendo para La Prensa, La Tarde, La Patria, El Colorado, General Caballero y otros; muy popular entre los desposeídos, formó parte de la Asociación Nacional Republicana y se alzó como líder defensor de las clases humildes, por lo que llegó a ser conocido como “el abogado de los pobres”. Hizo amistad con O’Leary, Pane, Frutos y Mallorquín, entre otros. El Parlamento recogió mediante múltiples proyectos de Ley la preocupación por el bien común de esos jóvenes de los que él era uno de los más sobresalientes. Falleció súbitamente en Asunción el 13 de enero de 1920 y el barrio humilde de La Chacarita en Asunción lleva en homenaje su hombre. Suyo es este pensamiento:

“Busco el bienestar de la clase obrera… y en ese ideal reconcéntrense todos mis esfuerzos; enarbolo la bandera del desinterés en medio de este grosero materialismo que nos devora, y me creo con fuerzas suficientes para conjurar todas las tempestades que surgen a menudo en la desigual lucha del obrero y del capitalista…”.

Casó con Benefrida Montero Candia, de la que tuvo un hijo y dos hijas.2

Obras

  • Los partidos políticos: superioridad del coloradismo, 1916.
  • Brasil-Paraguay, Río de Janeiro, 1903
  • Primera Esposición nacional de la república del Paraguay, 12 de octubre de 1892; resumen de los trabajos, 1892.
  • Uruguay-Paraguay. La guerra de la Triple Alianza. Córdoba (Arg.): Los Principios, 1915.
  • Política paraguaya: Benigno Ferreira, Asunción, 1906.
  • El Paraguay y Chile, Asunción, 1902.
  • Cámara de diputados. Matrícula de abogados. Negativa del Superior tribunal: el señor Brugada ante las camaras, 1888.

Falleció el 13 de enero de 1920.

Josefina Plá

pla_josefinaNació en la isla de Lobos, España, 1909.  Poetisa, dramaturga, narradora, ensayista, ceramista, crítica de arte, pintora y periodista.

Escribió poesía, cuento, novela y ensayo. Tuvo una gran influencia sobre futuras generaciones de intelectuales de Paraguay. A lo largo de su vida recibió numerosos premios y distinciones por su labor literaria y en defensa de los derechos humanos y la igualdad entre hombres y mujeres.

Infancia y Juventud

Si bien se sabe que nació en la Isla de Lobos, Canarias, España, que es hija de Leopoldo Plá (de ascendencia alicantina)1 y de Rafaela Guerra Galvani, no existen datos ciertos acerca de la fecha de su nacimiento.

Miembros de su familia muy próximos a ella indican que fue en 1903. El profesor Raúl Amaral, uno de sus biógrafos más connotados, asegura que nació el 9 de noviembre de 1903.

Pasó su infancia y su juventud en diversas ciudades de España acompañando a su padre, funcionario en provincias.

En 1924 conoció en Villajoyosa, Alicante, España, al artista paraguayo Andrés Campos Cervera, cuyo seudónimo artístico de Julián de la Herrería ha forjado su inmortalidad, con quien se casó dos años después. El Gobierno español le otorga la distinción “Dama de la Orden de Isabel la Católica”, el mismo año que en Paraguay recibe el premio “Mujer del Año”

Vida en Paraguay

En 1926 llegó a Paraguay y se estableció en el barrio Villa Aurelia y luego en el centro de Asunción, capital del país. De ese mismo año datan sus primeras incursiones en el ambiente artístico de la que sería su patria de adopción, pues presentó sus escritos en la revista “Juventud”, vocero de la generación de escritores del postmodernismo paraguayo. Desde ese tiempo y hasta 1938 viajó dos veces más a España junto a su esposo y, entretanto, colaboró en diversos periódicos y revistas del Paraguay con poemas, artículos y otros textos literarios.

Trayectoria

Desde su llegada se incorpora al quehacer su cultura del país. Actúa en el periodismo radiofónico y escrito, con cortos intervalos, desde 1927 hasta 1952, fecha esta última en la cual, absorbida por la cátedra, abandona el periodismo profesional, aunque prosigue sus actividades a nivel literario y crítico.

Colabora en importantes publicaciones de las dos Américas, como “Cuaderno y Revista de Historia de América y México”; “Anales del Instituto de Arte Americano”, de Argentina; “Américas y Journal of Interamerican Studies”, de Estados Unidos, y también en revistas europeas, como “Cuaderno Hispanoamericanos”, de Madrid; “Humboldt”, de Alemania; “Cuadernos y Cahiers des Amériques Latines”, de París, etc.

Sus actividades cubren en el Paraguay de la Real Academia Española de la Lengua, de la Academia Hispanoamericana Rubén Darío, y miembro de honor de la Sociedad de Escritores Argentinos.

En los últimos años se ha dedicado a la investigación del pasado cultural del Paraguay, prácticamente desconocido. Es autora del capítulo correspondiente a este país en la “Enciclopedia de Arte Americano”.

Ha promovido localmente iniciativas renovadoras de los aspectos plásticos y literarios. En 1953, bajo el título de “Arte nuevo”, puso en marcha la actualización de las manifestaciones plásticas paraguayas.

Conferenciante sobre diversos aspectos culturales paraguayos en centros extranjeros, como Seattle, Alfred (Nueva York), VI Bienal de San Pablo, Sociedad de Autores Argentinos, Instituto de Cultura Hispánica (Madrid), etc.

Toda su vida se ha dedicado al Paraguay, su país de adopción, convencida como está, y como lo ha manifestado más de una vez, que investigar el pasado cultural de estos pueblos es una forma de seguir y exaltar la huella espiritual española.

Obras

Su obra abarca el campo de la creación literaria –más de cuarenta títulos en poesía, narrativa y teatro-, la historia social y cultural del Paraguay, la cerámica, la pintura y la crítica, por lo cual, con justicia es considerada como el más alto, fundamental e insustituible referente en materia cultural en el Paraguay en el siglo pasado.

  • El precio de los sueños (1934)
  • Una Novia para Josevai (1950)
  • La raíz y la aurora (1960)
  • Rostros en el agua (1965)
  • Invención de la muerte (1965)
  • Satélites oscuros (1966)
  • El polvo enamorado (1968)
  • Desnudo día (1968)
  • Luz negra (1975)
  • Antología Poética (1927-1977)
  • Follaje del tiempo (1982)
  • Tiempo y tiniebla (1982)
  • Cambiar sueños por sombras (1984)
  • La nave del olvido (1985)
  • La llama y la arena (1985)
  • Los treinta mil ausentes (1985)
  • De la imposible ausente (1996)

Su producción dramática incluye, desde 1927 hasta 1974, “Víctima propiciatoria”, “Episodios chaqueños” (con Roque Centurión Miranda), “Porasy” (libreto de ópera con música de Otakar Platal), “Desheredado”, “La hora de Caín”, “Aquí no ha pasado nada”, “Un sobre en blanco”, “María inmaculada”, “Pater familias” (todas con Roque Centurión Miranda), “La humana impaciente”, “Fiesta en el río”, “El edificio”, “De mí que no del tiempo”, “El pretendiente inesperado”, “Historia de un número”, “Esta es la casa que Juana construyó”, “La cocina de las sombras”, “El profesor”, “El pan del avaro”, “El rey que rabió” y “El hombre de oro” (las tres últimas, piezas para niños), “La tercera huella dactilar”, “Media docena de grotescos brevísimos”, “Las ocho sobre el mar”, “Hermano Francisco”, “Momentos estelares de la mujer (serie de obras breves)”, “Don Quijote y los Galeotes”, “El hombre en la cruz”, “El empleo” y “Alcestes”.

Su obra sobre historia cultural y social del Paraguay incluye los títulos siguientes: “La cultura paraguaya y el libro”, “Literatura paraguaya del Siglo XX”, “Apuntes para una historia de la cultura paraguaya”, “Arte actual en el Paraguay”, “Cuatro siglos de teatro en el Paraguay”, “Impacto de la cultura de las Reducciones en lo Nacional”, “Apuntes para una aproximación a la Imaginería Paraguaya”, “El Templo de Yaguarón”, “El barroco hispano-guaraní”, “Las artesanías en el Paraguay”, “Ñandutí. Encrucijada de dos mundos”, “El espíritu del fuego”, “El libro en la época colonial”, “Bilingüismo y tercera lengua en el Paraguay”, “Españoles en la cultura del Paraguay” y “La mujer en la plástica paraguaya”.

Elvio Romero

elvio-romero(1926-2004), nacido en Yegros, Paraguay, en 1926, se sitúa entre una (la de 1940) y otra generación (la de 1950), en la historia de la poesía paraguaya del siglo XX.

Su trayectoria

Militante comunero, luego de la guerra civil de 1947 se ve forzado, con escasos 21 años, y como tantos otros, a abandonar a la que él mismo llama “nuestra profunda tierra”. Desde entonces y hasta su fallecimiento, no volvió a residir en el Paraguay. Viajó incansablemente alrededor del mundo. Jamás olvidó a su patria y a los suyos y las inflexiones de su voz, al decir como pocos poetas su propia poesía, tienen un timbre inconfundiblemente paraguayo.

Desempeñó tareas editoriales, pronunciado recitales y conferencias en varios centros culturales de América, Asia y Europa.

El gran novelista guatemalteco Miguel Ángel Asturias, premio Nobel de literatura en 1967, en la presentación del libro de Romero “El sol bajo las raíces” (1956), brinda un maravilloso recado acerca del poeta y su obra: “Lo que caracteriza la poesía de Elvio Romero es su sabor a tierra, a madera, a agua, a sol, el rigor con que trata sus temas, no abandonándose ni un solo momento a la facilidad del verso, y el querer interpretar el drama de su país joyoso de naturaleza y triste de existencia, como muchos de nuestros países. Pocas voces americanas tan hondas y fieles al hombre y sus problemas, y por eso universal. Poesía invadida, llamo yo a esta poesía. Poesía invadida por la vida, por el juego y el fuego de la vida. Pero no la vida como la concibe el europeo, chato siempre ante nuestro mundo maravilloso y mágico, sino como la concebimos nosotros. Elvio Romero, como todos los auténticos poetas de América, no tiene que poblar un mundo vacío con su imaginación. Ese mundo ya existe.

Interpretarlo es su papel, lo real es lo poético en América, no lo imaginado o ficticio. Y por eso se nos queda tanta geografía dispersa en flores, en astros, en piedras, en aves, cuando leemos los poemas de este inspirado poeta paraguayo. Por los intersticios de tanto prodigio como va cantando, se escapa el dolor de los pueblos, gemido y protesta, pero también esperanza y fe. Pero estos sentimientos y pensamientos nacidos del paisaje que se torna lúcido y que por momentos llegan a ser opresores, son rotos por el poeta que los “nombra”. Romper el encantamiento “nombrándolos” es el arte de Elvio Romero, el encantamiento natural, ya que son transpuestos a sus poemas en el logro de otro encanto, el de la poesía, el sobrenatural. Sobre la naturaleza van sus versos arrastrando raíces de sangre viva, de vértigo, contraste y metamorfosis. Lo formal, se cuenta, cuenta poco en poetas en que hay una tempestad atronadora, en los cuales lo que se dice se expande y al expandirse crea o recrea, del mundo nuevo, su vibración auténtica.”

Y Rafael Alberti, notable exponente de la generación poética del 27 en la literatura española le canta, en los encendidos versos de su poema “Elvio Romero, poeta paraguayo”: “Las alas, sí, las alas, /contra la vida quieta /Cante, llore el poeta /volando entre las balas./ Por los signos del Día/también tú señalado/clavel arrebatado/y espada de agonía/ Casi recién nacida,/lumbre madura y fuerte,/sabes más de la muerte/quizás que de la vida./ Y tu nombre aromado/huele más que a romero,/a pólvora, a reguero/de cuerpo ensangrentado./ La patria encadenada/y herida se sostiene/sin sueño y te mantiene/el alma desterrada./ Y mientras que penando/sin luz va el enemigo,/la Libertad contigo/regresará cantando”.

Gabriela Mistral, la premio Nobel chilena, por su parte, escribe: “Pocas veces he sentido la tierra como acostada sobre un libro”.

“Elvio Romero, la fuerza de la realidad” es el ensayo del escritor y poeta argentino Ricardo Rubio, publicado en Asunción en 2003 (Editorial ServiLibro); “Elvio Romero – De la tierra intensa”, ensayo del mismo autor, se publicó en Buenos Aires en 2006 por Ediciones La Luna Que. Otras notas de Ricardo Rubio sobre Elvio Romero aparecieron en la revista Proa (“Elvio Romero, un corazón que canta”), Tercera época – Nº 77 Marzo-abril, 2010, dirigida por Roberto Alifano, y en una antología de ensayos: “Poetas sobre Poetas II” (“Elvio Romero, el intelecto como proyecto de la emoción”), del Grupo Castalia, en 2014 (Ediciones La Luna Que).

“Cielito del Paraguay. Un perfil de Elvio Romero” es el título del libro que el cantante y compositor argentino Enrique Llopis dedicó al gran poeta paraguayo. Fue editado en Buenos Aires en 2010 por Ediciones De Aquí a la Vuelta y Ediciones del CCC. El libro contiene además un CD con la obra conjunta compuesta por Elvio Romero y Enrique Llopis. Acerca de este libro, el escritor argentino Juan José Manauta dijo: “Me regocija que alguien recupere para la cultura americana una presencia que no había muerto para nadie y menos para nosotros, siempre ávidos de semejante belleza”.

Su vida en el exilio, desamparo, amor, esas otras expresiones de la misma vida, están permanentemente presentes en la prolífica obra de Romero. El mismo poeta nos dice: “Durante el largo exilio que padecí, mis compatriotas, mis amigos, y algunos desconocidos también, se acercaron a mi casa de exiliado, trayendo la fragancia de las cosas lejanas, reconfortando mi retiro.

Compartí la lucha de mi pueblo por su libertad, viví atento a la formidable gesta protagonizada por los miles de combatientes que, cautelosa y valerosamente, prepararon el porvenir de la patria, y mi canto se fue conformando así, entre exaltaciones vibrantes y melancolías, de esas luces y sombras que, alternativamente, estremecen el alma. No se ya si pronto, o tarde, comprendí que debía recoger en mi poesía todos los estados de ánimo que brotaron de esas tristezas fugaces y de una impresionante e impertinente rebeldía. Entonces abrí todas mis ventanas para que entrasen los vientos del mundo, y así pude juntar las desvaídas hojas del decaimiento con la ardiente ramazón de un fuego combativo. Todos mis sentimientos, todos, se mezclaron, como en la galera de un prestidigitador los papelitos de colores y desde donde salió volando una paloma de oro al calor de mis pasiones y mis imaginerías”.

Obras Poéticas

  • Días roturados (1948)
  • Resoles áridos (1950)
  • Despiertan las fogatas (1953)
  • El sol bajo las raíces (1956)
  • De cara al corazón (1961)
  • Esta guitarra dura (1961)
  • Libro de la migración (1966)
  • Un relámpago herido (1967)
  • Los innombrables (1970)
  • Destierro y atardecer (1975)
  • El viejo fuego (1977)
  • Los valles imaginarios (1984)
  • Flechas en un arco tendido (1994)
  • Cantar de caminante (2007).

En enero de 2013 se terminó de imprimir su libro llamado “De cara al corazón” biblioteca de autores paraguayos.

Helio Vera

Nació Villarrica, 1946,  fue un escritor, abogado, editorialista y periodista paraguayo. Era columnista del diario asunceno ABC Color y publicó varios libros a lo largo de su carrera.

Se desempeñó como reportero en los primeros años de ABC Color y luego de trabajar en otros medios, se reincorporó como columnista y editorialista. Se lanzó al mundo literario en la década de 1980 con ensayos y cuentos críticos y jocosos sobre la cultura paraguaya.1 Como escritor y periodista se ganó un merecido prestigio, gracias a su talento y a su estilo mordaz distintivo. Empleaba en sus obras un lenguaje directo y socarrón y había sido distinguido con varios premios, entre ellos el Premio “El Lector” a la mejor obra literaria de 1984, por “Angola y otros Cuentos”; el primer premio en el Concurso de Ensayos V Centenario, de 1988, organizado por el Instituto de Cooperación Iberoamericana y la Embajada de España, por el ensayo “Teoría y Práctica de la Paraguayología”; y el primer premio en el Concurso de Cuentos “Néstor Romero Valdovinos” de 1992, entre otros.2

Paralelamente al periodismo, estudió Derecho y en 1975 se graduó como abogado en la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional de Asunción. Aunque la abogacía no era el centro de su vida, realizó cursos de pos grado en Derecho Penal; en el 2008 presentó su tesis doctoral titulada “Tutela Penal de honor contra lesiones cometidas a través de los Medios de Comunicación”, publicada luego de su muerte. Por lo tanto, es doctor póstumo en Derecho. En vida fue doctor en tantas cosas porque su afán fue siempre saber, y en ese afán tuvo un rigor no común en los nativos de esta patria paraguaya.

Contribuyó con su aporte al desarrollo de una especie de sociología paraguaya, la “paraguayología”. Es ya un referente ineludible en ese sentido. Nadie puede hablar del “paraguayo” sin tener como fuente a Helio Vera. Se dedicó con intensidad al estudio de la cultura popular paraguaya. Pero no fue un simple observador. Le gustaba viajar por el “Paraguay profundo” y mezclarse con la gente común para absorber la sabiduría simple pero intensa de esos paraguayos recónditos que escuchaban al tiempo: los arandu.

En política, fue un activo militante del Partido Revolucionario Febrerista, miembro pleno de la Internacional Socialista, inclusive su feretro llevó encima la bandera del PRF, también su imagen forma parte de la galería de Ilustres Febreristas dentro del Salón Mártires del Febrerismo en la Casa del Pueblo.

Fue iniciado en la Masonería en la Logia Aurora del Paraguay Nº 1, a cuyas tenidas asistía regularmente al momento de su deceso en su carácter de Maestro Masón.

Obras

  • Angola y otros cuentos (1984)
  • En busca del hueso perdido (1990)
  • Diccionario Contrera (1994)
  • Manual de lucha contra los pesados (1997)
  • Tradición y modernidad (1997)
  • Carta Política de la República del Paraguay, de Lomborio I, el Breve (2002)
  • La Paciencia de Celestino Leiva (2004)
  • Trofeos de la guerra y otros cuentos picarescos (2005)
  • Plagueos, ensayos y otros divagues (2006)
  • Voces del Olimpo I (2006)
  • Diccionario del paraguayo estreñido (2007)
  • Voces del Olimpo II (2007)
  • La hondita impaciente (2007)
  • El Cangrejo Inmortal (2007)
  • El país de la sopa dura. Tratado de paraguayología II3 (2010)

Premios y distinciones

  • Segundo Premio en el Concurso Internacional de Cuentos del diario “Mayoría” de Buenos Aires, año 1975, por el cuento Regino.
  • Premio “El Lector” a la mejor obra literaria de 1984, por Angola y otros Cuentos;
  • Primer premio en el Concurso de Ensayos V Centenario, de 1988, organizado por el Instituto de Cooperación Iberoamericana y la Embajada de España en Asunción, por el ensayo Teoría y Práctica de la Paraguayología;
  • Los “12 del Año”, edición 1990, distinción otorgada anualmente por Radio Primero de Marzo.
  • Primer premio en el Concurso de Cuentos «Néstor Romero Valdovinos» del diario Hoy, de 1992, por el cuento Destinadas;
  • Segundo Premio en el Concurso Internacional de Cuentos organizado por la Caja de Pensiones de Salamanca, en 1995, España, por el cuento La Paciencia de Celestino Leiva;
  • Mención especial del Premio Nacional de Literatura del Paraguay, 1999, por Antiplomo. Manual de Lucha contra los Pesados;
  • Mención especial del Premio Nacional de Literatura del Paraguay, 2005, por La Paciencia de Celestino Leiva;
  • Mención especial del Premio Nacional de Literatura del Paraguay, 2006, por “La Paciencia de Celestino Leiva”
  • Premio Municipal de Literatura, por el libro “La Paciencia de Celestino Leiva”, 2007.
  • En su homenaje una Biblioteca de la ciudad de Encarnación lleva el nombre: “Helio Vera”, el genio del “País de Jauja”.
  • La promoción 2008 de graduados de la Facultad de Ciencias Jurídicas de la U.C.A de Villarrica llevó su nombre.
  • El Ministerio de Educación y Cultura, decretó que todas las promociones de graduados del año 2008, llevaran el nombre de “Helio Vera”

Últimos días

Falleció el 25 de marzo de 2008 en el Sanatorio Santa Clara de Asunción, donde estaba internado desde hacía varios días, tras ser sometido a una cirugía debido a una embolia cerebral que sufrió a mediados de mes. Su situación se había complicado debido a una arritmia, la diabetes y la hipertensión arterial que padecía Helio Vera.4 Fue enterrado el 26 de marzo de 2008, con una bandera paraguaya y del Partido Revolucionario Febrerista.

Murió en  Asunción, 25 de marzo de 2008.

Hérib Campos Cervera

Asunción, Paraguay; 30 de marzo de 1905, poeta paraguayo, sus progenitores fueron de origen español, Hérib Campos-Cervera, también poeta, y de Alicia Díaz-Pérez, hermana del gran intelectual Viriato Díaz-Pérez.

Infancia y pubertad

Fue interno en el Colegio de San Lucas de Hohenau, institución a la que más de una vez llamó “cárcel”, lo cual lo revela como un adolescente vital y libertario. Además de su afición por la filosofía y las ciencias exactas, se dedicó a la crítica literaria y, fundamentalmente, a la poesía.

En el prólogo de la reedición de “Ceniza redimida”, escribe el estudioso Miguel Ángel Fernández Argüello: “Una infancia desdichada, lejos de sus progenitores, parece haber marcado toda su vida, y en su poesía tal vez se encuentre las huellas de esta primera etapa de su existencia. Su adolescencia y juventud no habrían sido más afortunadas…”

Su valor como poeta es innegable. Todos los estudiosos de la literatura paraguaya coinciden en afirmar que su obra señala el punto de partida de una nueva concepción poética vinculada a los nunca sencillos senderos del vanguardismo. Así, en su insustituible libro “La poesía paraguaya -Historia de una incógnita”, el crítico e intelectual brasileño Walter Wey precisa: “Campos Cervera colocó la literatura paraguaya en el ritmo americano y a la altura de la actual poesía del continente. Para eso no necesitó auscultar el corazón de Hispano-América. Realizó apenas lo que hacía mucho la temática de su tierra aguardaba: un profundizamiento del nativismo de los modernistas que quedaron en los aspectos objetivos de la vida y de la naturaleza. Se volvió para los temas sociales y humanos con penetración, aprovechando parte de un inmenso folclore inexplotado. En este sentido, también abrió camino para las nuevas generaciones.

Si no realizó de manera total la revelación del Paraguay como se esperaba de su intuición, mostró cómo podrá ser revelado en el futuro. Puso en evidencia que en casi 100 años de poesía, los poetas paraguayos a pesar de describir la tierra no se identificaron con ella y con su estilo de vida”.

Su trayectoria

Colaborador de revistas tales como “Juventud”, “Ideal” y “Alas” en la década de los años 20, su producción de entonces se vincula a la corriente del postmodernismo. La firmaba con el seudónimo de “Alfonso Monteverde”.

Actividad destacable

1931 – Su participación en los sucesos del 23 de octubre de aquel año, marchó a un primer exilio, primero en Buenos Aires, Argentina y después en Montevideo, Uruguay. Por entonces había hecho clara opción por las ideas de izquierda, influido quizá por el anarquismo y sus reivindicaciones y por el socialismo marxista con el cual entró en contacto en Argentina y Uruguay.

1938 – Tres años después de su regreso al Paraguay, junto a Josefina Plá -también de retorno reciente de Europa por el fallecimiento de su esposo, Julián de la Herrería- se sitúa en el centro de un movimiento que tiene como protagonistas, entre otros, a Augusto Roa Bastos, Óscar Ferreiro, Ezequiel González Alsina y Hugo Rodríguez Alcalá, los cuales pasarán a ser conocidos en la poesía paraguaya como “Generación del ‘40”. El lugar de encuentro de aquellos jóvenes es el cenáculo “Vy’a raity” – se les unirá pronto Elvio Romero- y sus producciones tienen cabida en revistas como las del Ateneo Paraguayo, Noticias y el suplemento literario del diario “El País”.

1940-1948           En 1940, ante el fallecimiento del entonces Presidente de la República, el Gral. José Félix Estigarribia, en un oscuro accidente de aviación, asume la conducción del país el también Gral. Higinio Morínigo, simpatizante de los autoritarismos nacionalistas imperantes en la Europa nazi-fascista; su gobierno se extenderá hasta 1948. Un año antes, en 1947, tendrá lugar una de las páginas más luctuosas de la historia del Paraguay, la malhadada guerra civil del ‘47 que, entre otras muchas secuelas y consecuencias nefastas, privó al país del talento y la creatividad de sus mejores artistas e intelectuales. Entre ellos, Hérib marchó a un nuevo exilio en Buenos Aires, el cual durará hasta su deceso.

Obras

En 1950 publicó el único de sus libros de poemas que apareció en vida del poeta, “Ceniza redimida”, reunión de 28 muestras magníficas de su mejor producción. “Hombre secreto” es el nombre del segundo de sus poemarios, aparecido póstumamente. Le pertenecen asimismo el relato “El buscador de fe”, la novela corta “El ojo enterrado”, la obra teatral “Juan Hachero”, no estrenada y aún inédita, a más de la novela “Hombres en la selva” y el poemario “Romancero del destierro”, cuyos originales le habrían sido sustraídos cuando su exilio en Montevideo, Francia.

Su Familia

Casado con Tita de los Ríos, de quien se separó tempranamente.

Se volvió a casar con María del Carmen Palermo, hija de Raquel Falabella y Giuseppe Palermo, con quien vivió hasta el final de sus días en su último exilio en Argentina, donde tuvo sus tres hijos: Alicia Raquel, poetisa como su padre, Hérib, músico y María Carmen, fallecida en Asunción en el año 2000.

Últimos años

El periodista Humberto Pérez Cáceres, compañero de Hérib en la redacción del diario “Democracia” de Buenos Aires, transmitió las últimas palabras del poeta para su pueblo: “El arte, la política, el quehacer cultural, deben beber los zumos mejores de la nacionalidad. El proceso tiene este itinerario de lo nacional a lo universal, no a la inversa.

Que no haya arte inútil, que no haya belleza divorciada del pueblo. El pueblo, su servicio, su redención, su felicidad, su justicia, deben constituir los motivos de todo trabajo. Lo nacional, nuestro país, nuestros hombres, nuestros campesinos y obreros, nuestras mujeres. Es a ellos, a su elevación, que los artistas deben dedicar todos sus esfuerzos”.

Murió en Buenos Aires, Argentina; 28 de agosto de 1953.

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